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EXPERIMENTACIÓN CON ANIMALES

 

Dudosos beneficios


 "He estudiado la cuestión de la vivisección durante 35 años y estoy convencido de que los experimentos con animales están apartando cada vez más a la medicina de la cura real del paciente. No conozco ninguna instancia de un experimento con animales que haya sido necesario para el avance de la ciencia medica, ni mucho menos un experimento con animales que pueda ser necesario para salvar una vida humana".

                                                                                                                                                                                               H. Fergie Woods, M.D

   A menudo se suele acusar a los activistas anti-vivisección de estar

contra la ciencia, de no querer salvar vidas, pero eso es totalmente falso.

En realidad se trata de una maniobra en favor de la industria de la

vivisección, para engañar a la opinión pública, haciéndoles creer que la

única vía que existe es la investigación y experimentación en animales. ​

El movimiento anti-vivisección no está en contra de la medicina,

tratamientos o curas para enfermedades, sin embargo, lo que sí pretende

es que estos productos dejen de asesinar y torturar a millones de

inocentes animales cada año, una opción que también acabará

beneficiando a la especie humana, al verse obligados a utilizar métodos

más seguros y fiables.


   Además y respecto a este tema, es importante recordar que los humanos no somos ratas, monos o perros. Un medicamento que puede curar a un humano, puede matar a otro animal no humano. Pensemos que menos del 2% de las enfermedades humanas, han sido reconocidas en animales no humanos.  Los resultados obtenidos con animales jamás son extrapolables a los seres humanos puesto que el organismo de cada especie funciona de manera diferente. Al final, sí o sí, cualquier medicamento ha de ser probado en humanos. El grandísimo riesgo que corremos es que tras pasar las pruebas de toxicidad en otros animales, un medicamento salga al mercado como seguro y sea entonces cuando es “probado” por primera vez en humanos con dramáticas consecuencias, como ha ocurrido en numerosas ocasiones. El caso más famoso es el de la Talidomida, producto que se sacó al mercado como calmante de la náusea en las embarazadas. Antes de ser comercializado en los años 60 fue probado con miles de animales durante años sin que se observara ningún efecto adverso, considerándose un medicamento inofensivo hasta que miles de bebés nacieron en todo el mundo con severas malformaciones irreversibles. Desde entonces y hasta hoy se han repetido cientos de veces graves problemas con medicamentos ensayados en animales que han tenido que retirarse apresuradamente del mercado después de producir terribles efectos. Y esto sucede por algo muy evidente: determinadas sustancias actúan de manera totalmente diferente en humanos y otras especies animales:  una dosis de opio que mataría a un humano es inofensiva para los perros y las gallinas, el estramonio y el beleño venenosos para los humanos son alimento para los caracoles, la amanita phalloides capaz de matar en muy pequeñas dosis a toda una familia es consumida sin efectos nocivos por el conejo, que por cierto es uno de los animales más usados en los laboratorios. Las almendras pueden matar a los zorros y las gallinas, el perejil es venenoso para los loros, las aspirina causa malformaciones en los perros, el paracetamol mata a los gatos ... y así podríamos seguir y seguir. Teniendo en cuenta todo esto ¿a alguien le extraña que los efectos secundarios de los diferentes medicamentos se haya convertido en la tercera causa de hospitalización y muerte en el mundo occidental?.

                                      Alternativas a la experimentación animal en la ciencia

 

 

 

 

 

 

 

 

​  Mientras algunas corporaciones siguen utilizando tejidos animales, otras como Pharmagene Laboratories, con sede en Royston (Inglaterra), utilizan tejidos humanos y sofisticadas tecnologías informáticas en el proceso de desarrollo y ensayo de fármacos, consiguiendo resultados, no sólo mucho más éticos, sino también más fiables y científicos. Pharmagene ha optado por lo más evidente y razonable:, utilizar tejidos humanos para ensayar medicamentos para humanos. Como dijo Gordon Baxter, cofundador de Pharmagene: "Si tienes información de los genes humanos, ¿de qué sirve volver a los animales?”  


La experimentación animal en las aulas

 

    En pleno siglo XXI existen numerosas alternativas a la experimentación animal en las aulas, entre otras: simulaciones por ordenador, vídeos, modelos plastificados, “cadáveres obtenidos éticamente” (a partir de animales que han muerto de forma natural, por accidente o han sido sacrificados por razones médicas), modelos, diagramas o incluso experimentos sobre el propio estudiante.
   Cada vez son más las Universidades que ofrecen a sus estudiantes la oportunidad de declararse objetores de conciencia en el caso de que no quieran utilizar la experimentación animal en sus cursos. Así ya en 2002 en Estados Unidos 20 de las 31 facultades de veterinaria ofrecían alternativas a la experimentación animal para aquellos estudiantes que lo solicitasen. Algunas como la Universidad de Minnesota y la Universidad de Tufgs han eliminado ya completamente la vivisección. Muchas Universidades de Medicina no utilizan ningún tipo de animales en sus prácticas docentes, entre ellas las más prestigiosas, como Harvard, Stanford o New York.
   En Israel se ha prohibido recientemente realizar experimentos con animales en el ámbito educativo.


   Varios países europeos tienen legislaciones especificas que contemplan el derecho de los estudiantes al uso de alternativas, como Alemania, Holanda, Reino Unido, Suiza o Francia, aunque es Italia el referente básico  ya que en 1993 se aprobó una ley nacional que apoya el derecho de todo ciudadano a objetar a la experimentación con animales: “Los ciudadanos que, por obediencia a la conciencia, en el ejercicio del derecho a la libertad de pensamiento y religión, reconocido por la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, por la salvaguardia de las libertades fundamentales y por el Pacto Internacional referente a los derechos civiles y políticos, se opongan a la violencia sobre todos los seres vivos, puedan declarar su objeción de conciencia a cualquier actuación relacionada con la experimentación animal”.  A día de hoy existen más de medio centenar de estudios que demuestran que el aprendizaje utilizando alternativas humanitarias es tan eficaz como los métodos prácticos que se han venido usando hasta ahora. Sin embargo algunas rancias universidades son resistentes a estos cambios y continúan sacrificando un número elevado de animales en sus cursos. Y algunos estudiantes que han tenido el coraje de pedir alternativas humanitarias han sido penalizados e incluso expulsados si se negaban a utilizar métodos dolorosos para los animales.


   Desde Vox Ánima queremos animar a la creación de una Plataforma Legal que permita a los estudiantes denunciar estos casos y exigir su derecho a declararse objetores de conciencia para no hacer sufrir o dañar a los animales. Resulta evidente que la legislación internacional sobre derechos humanos, junto con la Constitución, defienden el derecho de los estudiantes a declarar objeción de conciencia para participar en actividades que vayan en contra de sus creencias. Por ejemplo, el artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada por las Naciones Unidas en 1948, dice: “Todo el mundo tiene derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, estos derechos incluyen la libertad para cambiar su religión o creencia y libertad, tanto solo como en comunidad con otros y en público o privado, para manifestar su religión o creencia en la práctica docente, culto y observancia”.  En cuanto al artículo 16 de la Constitución en su apartado primero dice:

   “Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos ​

y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la ​

necesaria para el mantenimiento del orden publico protegido por la Ley”.

   El Tribunal Constitucional se ha pronunciado sobre la interpretación que

debe darse a dicho artículo, manifestando que “la objeción de conciencia

forma parte del contenido del derecho fundamental a la libertad religiosa

e ideológica, reconocido por el artículo 16 de la Constitución”. De hecho,

durante 1991 y 1992 se les permitió a veinte estudiantes de diferentes

universidades catalanas el ejercer su derecho a la objeción, aunque tal

derecho fue retirado en 1993. Consideramos que nadie debiera renunciar

a sus Principios y que debe luchar por aquello en lo que cree, por eso es

muy importante denunciar y difundir los casos de aquellas universidades

cuyas actitudes intransigentes no permitan a los estudiantes elegir una alternativa a la vivisección. Éstas se encontrarán inmersas en la controversia y la publicidad adversa lo cual, evidentemente, no les hará ninguna gracia, eso cuando no sean obligadas, además, a pagar sumas considerables por los daños infligidos.


   Aunque no existe una cifra oficial, se podría asegurar que el número de animales muertos por año en los centros de enseñanza en España supera los 200.000, aunque lo más probable, es que este número sea mucho mayor.

 

 

¿Quién es el HLS?     
   El HLS son las siglas de Hutingdon Life Sciences, el mayor laboratorio de experimentación animal en Europa. Tienen aproximadamente 70.000 animales. Todos destinados a sufrir y morir en terribles experimentos.
HLS testea cualquier cosa para cualquiera. Llevan a cabo experimentos por encargo que incluyen el envenenamiento de animales con productos de limpieza, pesticidas, drogas, herbicidas, colorantes alimenticios y adictivos, edulcorantes y organismos genéticamente modificados. Cada tres minutos un animal muere dentro de Huntingdon, un total de 500 vidas cada día.
   Con el fin de cerrar HLS se inició en 1999 la campaña SHAC (Stop Huntingdon Life Sciences), aunque no trata tan solo de cerrar una de las mayores compañías del mundo dedicadas a la vivisección, sino que representa la lucha contra todas las compañías de experimentación del mundo.  Durante estos 13 años se ha sometido a la compañía a una gran presión. Incluso se estuvo a punto de conseguir que cerrase al lograr que ninguna aseguradora estuviese dispuesta a hacerle un seguro. Sólo la intervención del gobierno británico consiguió que continuase con su “trabajo”. Dado que para que se mantenga funcionando, HLS necesita de otras empresas: clientes, servicios logísticos, etc. la campaña se ha centrado en presionar a todas estas compañías a nivel mundial para que dejen de tener contactos con HLS.

Helmut Kaplan y la segunda mentira de Auschwitz    
   Helmut Kaplan es un filósofo austríaco, activista por los derechos de los animales. En una manifestación contra la experimentación con animales que estaba llevando a cabo el gigante farmacéutico Hoechst AG en Frankfurt dijo a los manifestantes:

Los derechos de los animales de laboratorio     
  Si creemos que los animales tienen algún tipo de derechos, esta idea queda totalmente descartada en cuánto pensamos en los animales utilizados en la experimentación. De acuerdo con la legislación, es absolutamente legal que un animal explotado en laboratorio permanezca encerrado durante toda su vida, puede ser envenenado, gaseado y mutilado, privado de alimentos, agua y sueño, quemarle su piel y sus ojos, infectarlo deliberadamente con todo tipo de enfermedades, producirle daños cerebrales, someterlo a dosis radioactivas, alimentarlo a la fuerza y electrocutarlo hasta la muerte. Cuando leemos algún panfleto legal en el que el gobierno o las farmacéuticas hablan de los derechos de los animales usados para la experimentación, lo menos que nos puede producir es cierta perplejidad. Algo parecido a cuando nos dicen que en casi 40 universidades de España en las que se practica la vivisección se han formado Comités Éticos. La única ética posible pasa por respetar la vida de esos animales y establecer alternativas válidas a la experimentación animal.

 

El LD50 y el Test Draize

Anualmente son cientos de millones de animales los que son sometidos a diferentes pruebas en laboratorios. De entre todas ellas vamos a pararnos en dos utilizadas sobre todo en la industria cosmética y productos de higiene personal y de limpieza: la LD50 y el test de Draize.

La dosis letal 50 (en inglés LD50) fue desarrollada en 1927 por J. W. Trevan para medir la toxicidad de ciertos compuestos en animales vivos. Consiste en la administración forzosa (generalmente por vía oral, por inhalación o por absorción de la piel), de distintas cantidades de una sustancia en animales, lo que les lleva a padecer numerosos sufrimientos: dolor, convulsiones, hemorragias, diarrea, vómito y otros efectos indeseados que no podemos constatar porque el paciente no tiene la capacidad de decirlo como cefalea, parestesias, sensación de náuseas, vértigo, etc. El objetivo de esta prueba es la muerte (generalmente lenta y dolorosa) del 50% de la población de animales a los que se le suministra el tóxico (normalmente unos 200 individuos) en el plazo de unos días, en concreto 14. Es entonces cuando finaliza el test y se procede a sacrificar a los supervivientes. Aunque este tipo de ensayo es muy cómodo para los laboratorios y reduce la cantidad de pruebas requeridas, presenta muchas ambigüedades y una gran parte de los científicos no la consideran útil. Como norma general, indica los miligramos de una determinada sustancia necesarios por kilogramos de peso de un animal para matar al 50% de la población, aunque no tiene en cuenta que varios de esos individuos habrían muerto con una dosis mucho menor y otros muchos que no murieron en el plazo de los 14 días, morirían más tarde, si no se procediese a sacrificarlos. También existen pruebas específicas, como son el LD01 y el LD99 (dosificaciones requeridas para matar al 1% o al 99% respectivamente de la población testada).
Dado que la resistencia a una sustancia determinada varía según el animal sometido al ensayo, el valor de la LD50 se expresa en términos de masa de la sustancia suministrada por el peso del animal (mg/kg). Aunque habrá que tener en cuenta otras variables (cepa, edad, método de administración, estado de salud, …). Así, en el caso del insecticida DDT, la LD50 es de 87 mg/kg de peso corporal cuando se administra por vía oral en ratas, pero alcanza 150 mg/kg de peso corporal en perros (lo que quiere decir que una dosis de 150 mg por kilo de peso supone la muerte de la mitad de la población de ensayo en 14 días). Las variables que se dan en palomas o cerdos son también notables por lo que sobra decir que estas pruebas puedan ser extrapolables al ser humano.  Además sólo dan datos sobre la toxicidad de un producto a corto plazo y no son en absoluto válidas para comprobar sus efectos a medio-largo plazo. De ahí que varios países como Gran Bretaña hayan decidido prohibir este tipo de test. También la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) suprimió este requisito en 2001.

El test Draize fue creado en 1944 por John H. Draize. Se utiliza para medir la irritación mediante la observación de los daños que causa una sustancia determinada en los ojos y la piel de los animales. Los animales que suelen utilizarse son sobre todo conejos albinos debido a que son tranquilos y no agresivos, fáciles de manipular y tienen ojos grandes.
Este test presenta dos tipos de prueba: una sobre los ojos y otra sobre la piel.
En el test Draize Sobre los Ojos (Draize Eye Test) durante siete días se aplican soluciones de productos directamente en los ojos de los animales, generalmente conejos albinos debido a que son tranquilos y no agresivos, fáciles de manipular y a que tienen ojos grandes con lo que se facilita la aplicación y observación de los efectos de la sustancia. Para que no se rasquen o froten los ojos, se los inmoviliza y se les sujetan los ojos con un clip, vertiendo o inyectando la sustancia a probar en uno de ellos, dejando el otro intacto para comparar. Con los días el ojo se irrita, enferma y va quemándose y corroyéndose por la sustancia. Al final se convierte en una enorme pústula, hinchada y llena de pus, quedándose normalmente ciego. Aunque esto último poco importa, ya que al final el animal es sacrificado para evaluar los efectos internos de las sustancias testadas.
En el test Draize Sobre la Piel (Draize Skin Test) se afeita una parte de la piel en el lomo de los animales y se aplica un esparadrapo o cinta adhesiva que se quita bruscamente varias veces hasta que se desprenden varias capas de piel y queda en “carne viva”. Es entonces cuando se echa el producto o cosmético a probar y se mezcla con un compuesto para así exagerar la reacción, procediendo después a cubrirlo. Se observa durante 10 días abriendo y cerrando las llagas para observar su evolución. Es frecuente que se utilicen dosis muy elevadas con lo que se sobreestima la sensibilización. En esta prueba también se suelen utilizar conejos albinos, aunque a menudo también se recurre a perros Beagle.
A pesar de que son muchos los estudios que han demostrado que estos test son ineficaces y totalmente inútiles, siguen utilizándose porque son una manera rápida de conseguir una licencia.

 

 

 

“Todos sabéis qué es la mentira de Auschwitz. Es afirmar que los campos de concentración nunca existieron. Pero lo que quizás no sabéis es que los campos de concentración continúan existiendo en la actualidad, y ahora estamos todos delante de uno: un campo de concentración de animales. Afirmar que los campos de concentración se cerraron al finalizar la Segunda Guerra Mundial, es la segunda mentira de Auschwitz”.

Después citó a Isaac Bashevis Singer cuando dice:

“en los que se refiere a los demás animales, todos los humanos somos nazis. Si no lo creéis entonces deberíais leer los informes de los experimentos que los nazis llevaron a cabo en sus laboratorios con los judíos y leer luego los de los experimentos que hacen ahora con animales. Entonces os caerá la venda de los ojos porque el paralelismo está muy claro. Todo lo que los nazis les hicieron a los judíos, se lo estamos haciendo hoy a los animales. Nuestros nietos nos preguntarán un día: “¿qué hicisteis durante el holocausto de animales? ¿qué hicisteis ante esos horrendos crímenes” Y no podremos utilizar una segunda vez la excusa de que no lo sabíamos”.

  La palabra vivisección procede del latín "vivus" (vivo) y "secare" (cortar) y hace referencia a la “disección” en animales aún vivos, aunque actualmente el término es generalmente utilizado para todos los experimentos en todo tipo de animales vivos, independientemente de que sea practicado un corte o no.

  Se estima que cada año cientos de millones de animales son utilizados para experimentos en laboratorios de todo el mundo. Sólo en la Unión Europea, cada tres segundos muere un animal en los laboratorios de experimentación.

  Además de salvar incontables vidas animales, las alternativas a la experimentación animal son eficientes y fiables. Modelos matemáticos de predicción, uso de microorganismos sin sistema nervioso central (bacterias, hongos, protozoos, algas o  plantas), métodos in vitro tales como explantes, reagregados celulares, micromasas o cocultivos. Las técnicas de experimentación sin animales se han convertido en lo más innovador de la investigación médica. Algunas compañías se han dado cuenta que, dadas las posibilidades que ofrecen los actuales avances tecnológicos, resulta absurdo continuar utilizando los animales en la experimentación.

El caso Britches​


   Britches es un mono al que separaron de su madre a los dos días de su nacimiento para conocer los efectos de la privación maternal. Además, tanto a Britches como a varias crías más de mono, los “científicos” le cosieron los párpados para estudiar las consecuencias de la ceguera inducida. No suficiente con esto, le fijaron un dispositivo que emitía sonidos de altos decibelios cada pocos minutos. Britches fue rescatado de la Universidad de California por el ALF (Animal Liberation Front) en 1984. Despues de ser tratado por veterinarios fue trasladado a un refugio en México.

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