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  CIRCOS

    El sufrimiento a que se ven abocados los animales encerrados en los zoológicos es, si cabe, peor en el caso de los circos. A los confinamientos en pequeñas y sucias celdas hay que añadir viajes continuos en camiones sin calefacción o refrigeración y métodos violentos que incluyen castigos y abusos para obligarlos a realizar ejercicios contrarios a su naturaleza. Para conseguir que un animal haga un determinado ejercicio recibe un entrenamiento basado sobre todo en castigos y privación de comida. Lo primero que se pretende es que el animal aprenda quien manda, de forma que cuando desobedecen una orden sepan que van a recibir un castigo doloroso. Eses castigos se le suelen infligir siempre con el mismo tipo de instrumento, de forma que, al entrar en pista, la sola vista de ese instrumento los atemorice, de ahí que el domador ostente visiblemente los látigos o garfios correspondientes.

                         

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   En cuanto a la vida cotidiana de los animales de circo ésta se reduce a estar continuamente solos, encerrados o atados, desarrollando comportamientos anómalos fruto de una vida miserable de soledad y aburrimiento. Este tipo de comportamiento derivado del confinamiento extremo es considerado una patología desde el año 1992 en que se acuñó el término para referisrse a él: zoocosis. Con esta palabra nos referimos a los comportamientos obsesivos, anormales y repetitivos que un animal puede desarrollar al producirse una serie de daños mentales debido a la cautividad.

La zoocosis no sólo se da en animales de circos o zoos sino también en animales de granja, en laboratorios o en otras situaciones de cautividad.


   Según estudios de Animal Defenders International (ADI) sobre las prácticas en los circos a nivel internacional:


• Los caballos y ponis pasan hasta el 96% del tiempo atados a cuerdas de poca longitud.
• Los tigres y leones pasan hasta el 99% del tiempo en jaulas situadas en los camiones.
• Los elefantes pasan hasta el 98% del tiempo encadenados al menos de una pierna.

   Cuando asistimos a estos espectáculos con niños, no sólo estamos contribuyendo a perpetuar esta injusticia, sino que también le enseñamos a los niños y a los jóvenes a no valorar la dignidad de otros seres vivos ya que consideramos divertido presenciar el sufrimiento y la humillación de unos animales atemorizados por la violencia de sus entrenadores, obligados a ponerse faldas o pantalones y a saltar a través de aros de fuego o andar en bicicleta. Cada vez son más los psicólogos que advierten contra este tipo de espectáculos que dejan en el niño una huella indeleble que sólo se podrá valorar con el paso de los años.

      A todo animal su vida le pertenece. Sin embargo,

   nosotros no nos conformamos con arrebatársela,

   también le quitamos su orgullo y su dignidad.

 

 

 

 


   La injusta ejecución de Mary

 

Mary fue una elefante que mató accidentalmente a su domador en Tennesse, en 1916. ​​

   La gente exigió su ejecución. Mary fue ahorcada delante de 2500 personas (niños incluidos).

   Se "olvidaron" de sacarle las cadenas de las patas antes de ejecutarla, con lo que la cadena de la que colgaba se rompió, cayendo Mary al suelo con su peso de 5 toneladas y fracturándose las caderas.

       Aún con las caderas rotas,                         ​

                                       la colgaron de nuevo.

  La crueldad siempre tiene lugar detrás del escenario, sobre todo durante el entrenamiento, fuera del alcance de la vista de los espectadores.

                                                                                                          Existen innumerables pruebas y documentación al respecto, incluyendo terribles fotos y vídeos en los que se muestra a los entrenadores cómo golpean a los animales con barras  de hierro, garfios o cualquier otro instrumento en las partes más sensibles (como a los elefantes cerca de los ojos y en la base de su trompa), a menudo por nimiedades cómo tirar accidentalmente un cubo de agua. A veces, incluso, los castigos son infligidos durante la actuación sin que el público se dé cuenta, ya que algunos de eses ganchos y garfios metálicos están diseñados para dar descargas eléctricas. 

Además los premios con comida, a los cuales suelen recurrir los domadores, recordemos que sólo funcionan con animales hambrientos.

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