Plumas y plumones
La cría de patos y gansos y otras aves para obtener plumas es una práctica que se da al margen de la industria cárnica o del paté y el foie-gras.
Las aves que son criadas en concreto para este fin, son desplumadas
hasta cuatro o cinco veces durante su vida. A pesar de que el proceso es
sumamente doloroso (podría ser equivalente a arrancarnos todos los
pelos a los humanos), el animal no muere y puede ser utilizado en
varias ocasiones. La velocidad es esencial , por lo que los trabajadores
únicamente se preocupan por hacer este trabajo con la mayor velocidad
posible. Un trabajador experimentado puede arrancar hasta cien gramos
de plumas en tres o cuatro minutos, trescientos animales en un solo día.
Para un solo edredón se necesitan las plumas de 75 ocas.
Esta práctica está prohibida en toda la Unión Europea, sin embargo
Hungria y Polonia están entre los mayores exportadores de plumas,
después de China.
Aunque la mayoría de las plumas que se comercializan es lo que se suele denominar un subproducto de la industria cárnica (entorno al 98% de las plumas proceden de aquí), al igual que en el caso del cuero, en modo alguno es un producto “sobrante”, ya que en sí mismo genera una alta rentabilidad a costa del sufrimiento de millones de aves.